La usuaria de Twitter, Gabriela Di Mauro, lanzó una fuerte y delicada denuncia en contra de BBVA , asegurando que a su familia le robaron aproximadamente 2 millones de pesos. Relata que en ningún momento, el banco BBVA mostró interés por ayudar , al contrario los dejaron tirados y no mostraron empatía ni apoyo a su cliente.
A continuación te presentamos el testimonio completo de esta usuario
Hoy fui a @BBVA_Mex a reponer mi plástico. Los nuevos candados de seguridad me recordaron la forma en que la digitalización vulnera a personas adultas mayores. Les voy a contar la historia de cómo un ejecutivo robó con tranquilidad la tranquilidad de mi papá.
Mi papá, persona adulta mayor, analfabeta digital que no tenía ni teléfono inteligente ni internet en su casa, tuvo, desde hace mucho tiempo, su cuenta en @BBVA_Mex Cuando recibió una herencia, ayudado del ejecutivo de cuenta «de toda su confianza» diversificó su inversión Este ejecutivo le dijo que no se preocupara, que él lo ayudaría con todo. Le dio dos tarjetas de débito y le dijo que las guardara muy bien, que no las usara y que todo lo que necesitara lo viera directamente con él, hasta le dio su número de celular. En noviembre de 2020 mi papá sufrió un terrible accidente y nos dijo que su ejecutivo tenía su información para que pudiéramos tener acceso a su dinero y poder pagar los gastos del hospital. Le llamé a ese ejecutivo y me dijo que él no tenía nada y que hacía ya tiempo que no trabajaba para el banco. Total que tuvimos que pedir prestado para la cirugía de mi papá y cuando salió mi hermano lo llevó al banco para que pudiera hacer retiro o transferencia para poder liquidar la deuda.
Pudo sacar menos de lo que se requería porque el resto de su dinero estaba a plazo fijo. A los pocos meses mi papá decidió irse a vivir a una estancia para personas adultas mayores. Mi hermano lo llevó al banco para poder autorizar que él tuviera acceso a la cuenta.
De casi dos millones de pesos quedaban -$800.00 Sí, leíste bien: menos ochocientos pesos. Solicitaron una impresión de movimientos y resultó que se habían solicitado y aprobado préstamos, se habían hecho retiros diarios durante meses y compras exorbitantes en tiendas exclusivas
Resultó que los dos plásticos que tenía no eran de su cuenta sino de el ejecutivo y de otra mujer que, según les dijo la responsable de la sucursal, había trabajado con ellos pero que también hacía tiempo que ya no.
Mi papá no entendió nada, como nunca ha entendido nada que no fuera medicina y radio, no sabía ni cómo se usaba un DVD… Mi hermano increpó a la responsable de la sucursal y le preguntó por qué no se había percatado de los movimientos extraños de una cuenta que no tenía esos hábitos de consumo y la respuesta fue que la información siempre aparece en la app y que si mi papá no la tenía y no había hecho las aclaraciones no había mucho más que hacer y que tampoco se podía acusar al ejecutivo de robo porque de alguna manera mi papá lo había permitid
Claro, el hombre tenía la tarjeta y con ella pudo hacer lo que quiso en un año directamente en los cajeros automáticos. Mi papá es incapaz, hasta el momento, de recordar nombres, fechas, montos, apenas si sabe quién soy cuando me ve, mucho menos pudo hacerme la narrativa para poder ir a denunciar con las autoridades correspondientes. El caso es que mi papá se quedó sin el dinero con el que contó siempre para poder garantizar una vida digna y con cuidados de calidad en sus últimos años de vida.
Tengo el nombre del ejecutivo, su número de celular y la sucursal donde trabajó. No hay huellas de él en internet, su celular ya no funciona y tampoco trabaja, como ya mencioné, en esa sucursal.
Cuento esta historia porque, si bien los candados de seguridad de las tarjetas ayudan a prevenir fraudes cibernéticos, obstaculizan la independencia de las personas adultas mayores y les exponen, como a mi papá, a que una persona trabajadora del banco ofrezca su ayuda y pueda robarles. Ya superé la rabia que me dio pensar en la maldad de una persona que fue capaz de robarle a una persona de más de 70 años aprovechándose de su falta de habilidades y competencias digitales. @BBVA_Mex le falló a mi papá y a quién sabe cuántas personas.
Entonces, al recibir mi nuevo plástico con más candados de seguridad, agradezco estar protegida, pero me acuerdo de esta historia y entonces también pienso en las personas que no tienen teléfonos inteligentes, que no tienen la app, que no tienen internet
A ellas y ellos se les excluye no solamente del servicio sino también de la seguridad. Qué pena, la digitalización sin duda es un gran avance pero también es muy pero muy excluyente. Es cuanto.