Lo ocurrido en Teotihuacán, Estado de México, donde una jovencita de 14 años murió probablemente a causa de los golpes en la cabeza propinados durante una pelea con una compañera de clase, interpela a todos, resaltó la Iglesia Católica, al alertar que esa tragedia exige a todos los actores sociales trabajar para fortalecer el elemento más importante en nuestra sociedad: la familia.
“Urge inculcar a niños, desde la más tierna infancia, que la vida humana es lo más valioso, el respeto al prójimo como condición sin la cual es imposible la convivencia, y acompañarlos correctamente en el desarrollo de sus emociones. Si atendemos esto tan sencillo, podremos poner un alto al bullying”, “No son jóvenes de un país lejano; no, son tus hijos, son nuestros hijos”, indicó.
Una vez más, hemos vimos, con impotencia, rabia, tristeza y desesperanza, cómo se trunca la vida de una pequeña, ante la indiferencia de sus compañeros de escuela que, lejos de detener la pelea -que a todas luces ocurría en condiciones desiguales- se burlan de la víctima e incitan a la agresora a golpearla con más saña, mientras graban con sus celulares lo que para ellos es sólo un espectáculo, describió la Arquidiócesis de México,
Quería parar el bullying
En el editorial “el bullying mata; pongámosle un alto”, resaltó que de acuerdo con el testimonio de la familia de la víctima, la jovencita habría acudido al lugar de la pelea para ver si lograba detener el bullying, que desde tiempo atrás venía sufriendo por parte de la agresora, debido al color de su piel.
Pero el resultado fue muy diferente al esperado: murió por un traumatismo craneoencefálico, y su cuerpo ya descansa en el panteón local, junto con su sueño de ser enfermera, señaló.
El problema es grave y continúa deteriorándose, y es importante atender las causas de fondo que se reflejan en este conflicto entre niños: ¿de dónde obtuvo una niña tanto odio como para golpear a una compañera con una piedra en la cabeza?, ¿dónde aprendió una chica de 14 años esas tácticas criminales?, ¿cómo puede haber tantos jóvenes espectadores, alterados en sus emociones, con el deseo de ver correr sangre?, cuestionó.
Campañas
En los últimos años, hemos sido testigos de campañas que buscan tejer acciones y evitar la discriminación, acoso, intolerancia, indiferencia, desigualdad, violencia física, psicológica o verbal en las escuelas, incluso, iniciativas de ley que han sido presentadas como modelo para otros países; sin embargo, la violencia entre niños y jóvenes sigue escalando exponencialmente.
Citó que de acuerdo con datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, entre 2022 y lo que va del 2023, a través de la Línea de Seguridad y Chat de Confianza, (55-5533-5533), se han atendido 368 reportes por bullying, de los cuales, 50% han sido de estudiantes de secundaria, 27% de primaria, 6% preescolar.
De estos, la violencia física ocupa el 32% de los casos, seguida por la violencia verbal (23.5%) y la psicológica (16%).
Este hecho evidencia un fuerte desmoronamiento del tejido social, para el que no existe una solución mágica y mucho menos soluciones violentas como las que se han planteado en redes sociales a partir del caso. Pareciera que, ante situaciones así, todos se vuelven jueces, pero nadie mira lo que ocurre al interior.
Finalmente reiteró que “el bullying es un fenómeno de auto compensación, de auto valoración; pero no encontrándome yo, sino disminuyendo al otro para sentirme más alto. Es un aprender a mirar desde arriba hacia abajo, y mal”, nos ha dicho el Papa Francisco, y no lo hemos escuchado.