La realidad es contundente: una familia mexicana puede destinar hasta 10% de su presupuesto total solo a refrescos. En estados pobres como Chiapas, el gasto en refrescos llega a superar al destinado a alimentos básicos, de acuerdo con reportes de salud pública.
Con el nuevo incremento propuesto —12 centavos más por gramo de azúcar—, una botella de 600 ml subirá entre 5 y 6 pesos. En una familia de bajos ingresos que consume estas bebidas con regularidad, el impacto anual será de alrededor de 2 mil pesos adicionales. En otras palabras: dinero que debería ir a comida, medicinas o útiles escolares, terminará perdido en impuestos.
El peso recae sobre quienes menos tienen
Las familias de menores recursos son las que más refresco consumen. El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) ha documentado que, tras el impuesto de 2014, los hogares pobres tuvieron que recortar hasta 17% de sus compras de refrescos, no por una mejora en la salud, sino porque el dinero simplemente ya no alcanzaba.
En comunidades marginadas, el refresco llega a lugares donde el agua potable no está disponible o es más cara, lo que obliga a millones de familias a consumirlo como sustituto. Este patrón convierte a los hogares pobres en los más vulnerables ante cualquier incremento de precios.
El costo invisible de un “impuesto saludable”
Lo que en el discurso se presenta como “un ajuste al IEPS”, en la práctica es un impuesto regresivo que golpea más fuerte a los que menos tienen. Mientras los hogares con mayores ingresos apenas notarán la diferencia, los más pobres deberán reorganizar su economía diaria:
- Gastarán más en refrescos, aunque consuman menos.
- Recortarán en alimentos nutritivos o gastos esenciales.
- Terminarán pagando una parte desproporcionada de sus ingresos en impuestos disfrazados de “salud pública”.
Conclusión
El aumento a los impuestos sobre refrescos no resolverá el problema de la obesidad ni de la diabetes. Lo que sí garantiza es que los pobres, los mismos que ya cargan con la desigualdad, serán los que más sufran este nuevo golpe al bolsillo.