PERIODISMO MALOLIENTE DE UNOMASUNO

PERIODISMO MALOLIENTE DE UNOMASUNO

Continuando con el caso que ha sonado mucho esta semana acerca del dueño de UNOMASUNO, Naim Libién Kaui esta semana salió a la luz la columna que escribiera en El Sol de Torreón el columnista Miguel Ángel Granados Chapa.

A continuación dicha columna:

De creer a nueve reporteros del diario unomásuno, se ha instaurado allí una fétida modalidad de periodismo, que no fue ajena a la práctica profesional en años remotos pero que parecía condenada a la extinción. Es una confusión entre prensa y extorsión, una mezcla mal aderezada de propaganda que se busca disfrazar. Una vez más, demasiadas para el breve lapso de su vida, ese diario aparecido en 1977 ha mudado de dueño. Hasta hace dos semanas era propiedad de la familia Alonso Coratella cuyo jefe, Manuel Alonso, fue funcionario gubernamental de alto nivel: director de Relaciones Públicas de la Presidencia antes de ascender a la coordinación general de Información; y director de la Lotería Nacional. El diario declinaba y la familia Alonso no consiguió modificar su derrotero: el año pasado inició los trámites de concurso mercantil, lo que antes era la suspensión de pagos y la quiebra. Pero antes de que se consumara el procedimiento, el 21 de noviembre fue vendido al señor Naim Libien Kaui, que ya edita dos periódicos en el estado de México, Amanecer y La Tarde.

Aquel mismo día, el nuevo director dio a conocer su doctrina periodística: informo a los reporteros que a partir de ahora sólo serían publicadas notas informativas de aquellas dependencias y personajes públicos que estén dispuestos a pagar por ellas. Según su primitiva visión del papel de los medios de comunicación en la sociedad moderna «aseguran los nueve reporteros de cuya carta pública tomo esta cita» quien no pague será atacado hasta que venga a mis oficinas a buscar un arreglo?. Sostienen haber oído tal despropósito Ernesto Montero, José Quintero, Jesús Flores, Diego Badillo, Amalia Frías, César Aguilar, Grisel Camacho, Francelia Vargas y Julio C. de la Peña.

Ellos y el resto de sus compañeros están enfrentando medidas que pretenden pasar por alto el carácter de patrón sustituto que adquirió la nueva empresa al comprar el diario. Su actitud es meritoria y digna de apoyo, pero ahora me parece necesario insistir en la tesis profesional que les comunicó su nuevo empleador. No es que ese periodismo sorprenda por novedoso. Si escandaliza, es por extemporáneo, por no corresponder a las nuevas circunstancias de la sociedad mexicana. En el pasado florecieron empresas y aun prestigios sobre esa base. Hubo director de diario que se ufanaba de no cubrir los salarios de su personal, al que compensaba, reía cínico, con «credencial y manos libres», es decir dando alas al chantaje que se quiere institucionalizar ahora en unomásuno.

El conflicto que el cambio de propietario ha provocado en ese periódico surge en momentos en que un sector de la prensa capitalina se descompone. Hace una semana dejó de aparecer México hoy, un diario propiedad de la familia Cantón, que publica en su entidad natal el periódico Tabasco hoy. A diferencia de aquél, cobijado por el gobierno de Roberto Madrazo y sucesores, y por lo tanto próspero en extremo, el de la ciudad de México no logró abrirse camino en un mercado en que domina el profesionalismo a que no están habituados los editores.

La crítica situación de El día se agudiza de tal modo cotidianamente, que no sería remoto que corra la misma suerte del periódico fundado por Miguel Cantón Zetina. El llamado en sus orígenes ?vocero del pueblo mexicano?, sobrevive apenas con escuálidas ediciones de 16 páginas y anuncios tan escasos como su circulación. Fundado hace cuarenta años por Enrique Ramírez y Ramírez, un antiguo comunista a la sazón diputado del PRI cercano a Alfonso Martínez Domínguez, en el lustro reciente ha padecido una gran inestabilidad. Lo edita una cooperativa pródiga en conflictos interiores, tantos que se empalman unos con otros en diversos frentes.

Situación comparable vive otra cooperativa periodística, la que todavía edita el diario Excélsior, que se convertirá en empresa privada tan pronto se ultimen los detalles de la venta acordada por los cooperativistas el 29 de noviembre. En octubre de 2000, debilitado ya por la declinación del régimen priista al que sirvió (pues para ello fue colocado allí por Echeverría), fue depuesto Regino Díaz Redondo, que usurpó la dirección durante 24 años. No se retiró del todo, sin embargo. Aunque no sus cómplices inmediatos, permaneció en la cooperativa un grupo de sus beneficiados que desde el comienzo de la nueva época intentó establecer un reginismo sin Regino.

Después de escaramuzas diversas, en enero de este año consiguieron hacerse del mando entero en la cooperativa (operación que afinaron en junio, cuando excluyeron a quienes derribaron a Díaz Redondo) e iniciaron el proceso que derivó con la compra del periódico por JM Aldana y Asociados, que pagará 150 millones de dólares y asegura que hará inversiones por 400 millones más.

Nadie con dos dedos de frente adquiriría una empresa en ruinas por esa cantidad, salvo que disponga de infinita disponibilidad de recursos. El nombre del consorcio comprador es el de Jorge Miguel Aldana Ibarra, que fue uno de los comandantes de la Policía Judicial Federal, encargado del enlace con Interpol. Poco años después de dejar su cargo, fue detenido en febrero de 1990. Procesado por delitos contra la salud (aún no se tipificaba el lavado de dinero) fue sentenciado a doce años, de los que pasó cuatro en cárceles federales. Explicó que había sido víctima de un error, pero no explicó el origen de la colosal mansión en Cuernavaca que se le aseguró al aprehenderlo, ni ahora el de los medios con que compró Excélsior.

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